Iglesias de sana doctrina
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¿Qué es sana doctrina?
Empecemos por definir doctrina. Doctrina es enseñanza. Así que, cuando nos referimos a sana doctrina nos referimos a una doctrina que no está contaminada, sino que se mantiene pura y fiel a las enseñanzas de Jesús; a lo establecido por Dios en Su Palabra; interpretada a la luz de toda la Escritura Sagrada, es decir, la Biblia. Una doctrina que es sana que no está enferma, ni produce enfermedad a la Iglesia. Esto tiene que ver con no mezclar las enseñanzas de Jesús con enseñanzas de hombres, adulterando la verdad.
¿Cuál es la fuente de la sana doctrina?
La única fuente autorizada de sana doctrina es la Sagrada Escritura, la Biblia, en sus sesenta y seis libros inspirados, sin los deuterocanónicos o apócrifos. Porque sólo la Biblia está completamente inspirada por el Espíritu Santo de Dios. 2Timoteo 3.16-17. Así que las tradiciones y el magisterio de las iglesias deben concordar fielmente con el mensaje bíblico, o por el contrario ser rechazado como falsa doctrina.
¿Cuál es la fuente de la falsa doctrina?
El diablo es, según el Señor Jesucristo, el padre de mentira, Juan 8.44. Él introduce encubiertamente en la Iglesia a falsos hermanos, Gálatas 2.4, que mediante falsa piedad llegan a escalar puestos de responsabilidad hasta llegar a los púlpitos, y una vez allí, propagan su veneno en forma de medias verdades que dañan la imagen de la Iglesia en el mundo. 2Corintios 11.14-15.
¿Es importante la falsa doctrina?
Sin ninguna duda. La falsa doctrina no es un asunto menor, sino muy importante. Es un ataque contra la verdad que debilita, enferma e incapacita a los cristianos, o a quienes pretenden serlo, para la vida cristiana y el cumplimiento de su misión en el mundo.
En los tiempos que nos ha tocado vivir es de vital importancia la defensa de la fe que fue una vez dada a los santos. Judas 3.
¿Quiénes deben defender la sana doctrina?
Jesús nos enseñó que parte del ministerio del Espíritu Santo, el Espíritu de verdad, consiste en guiarnos a toda la verdad. Juan 16.13. También nos enseñó que Él instituyó en la Iglesia hombres fieles e idóneos para enseñar, y que se mantendrán dentro de la verdad revelada en la Palabra de Dios. 1Timoteo 3.1-7.
A muchos creyentes inmaduros la defensa de la fe les parecerá una pérdida de tiempo y esfuerzo, e incluso, una labor que no debería hacerse porque lesiona la paz y el amor en la Iglesia. Pero los cristianos de todos los tiempos hemos sido llamados a seguir, no sólo el amor, sino también la verdad en amor. Efesios 4.15.
No todos somos llamados a esta tarea apologética, pero déjennos a los que hemos sido llamados por Dios a ella, hacer nuestro trabajo por el bien de la verdad, por la Iglesia y las futuras generaciones, si Cristo no viene antes.